La del Azuer es la motilla más estudiada y la única que cuenta en la actualidad con un programa de actuaciones para su investigación y consolidación.
En 1981 fue incoado expediente para su declaración como bien de interés cultural. En 1988 se abrió el período de información pública delimitando la motilla y su entorno de protección.
Los artículos 6.3 de la Ley 4/1990, de Patrimonio Histórico de Castilla-La Mancha, y 9.3 de la Ley 16/1985, de Patrimonio Histórico Español, determinan que el expediente «deberá resolverse en el plazo máximo de veinte meses a partir de la fecha en que hubiese sido incoado».
En 2010, veintinueve años después de aquella incoación, aún no se ha producido su elevación a la categoría de bien de interés cultural.
El Departamento de Prehistoria de la Universidad de Granada ha dirigido la investigación en la Motilla del Azuer desde 1974 hasta hoy, en un proceso que puede dividirse en dos períodos. En el primero se sucedieron ocho campañas de excavación y consolidación entre los años 1974 y 1986. Esta fase se inició con la excavación de dos grandes sondeos estratigráficos dispuestos en forma de cruceta en sentido este-oeste y norte-sur sobre el montículo. Más tarde se amplió la zona excavada abriendo grandes cortes que pusieron al descubierto parte del área de poblado y la zona del patio oriental. Tras catorce años de abandono, en el año 2000 se reanudaron las investigaciones en una segunda fase de intervenciones promovidas por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En esta última segunda fase de trabajos se han ido alternando los trabajos de excavación con los de consolidación, restauración y puesta en valor.
En este yacimiento pueden identificarse tres espacios claramente diferenciados:
El primero de ellos se articula alrededor de una torre central, protegida mediante varios círculos exteriores de murallas entre los cuales sucedieron diversas actividades económicas, tales como el almacenamiento de cereal (trigo duro común, escanda, cebadas vestidas y desnudas) y leguminosas (lentejas, guisantes y chícharos), además de estabulación de ganado. El hallazgo de hornos entre estos anillos de muralla parece revelar la realización ahí de otras actividades económicas, tales como la cocción de cerámica, el tostado de cereales o la producción metalúrgica.
El segundo de los ambientes está representado por un poblado localizado alrededor del núcleo fortificado, habiéndose registrado varias cabañas, hogares y fosas de desperdicios. La mayor parte de los enterramientos del yacimiento se localizan en esta zona. Por lo general se trata de inhumaciones en pequeñas fosas ovaladas con ajuares escasos y sin diferencias relevantes, adosadas por el exterior a los lienzos de las murallas o a los muros de las viviendas.
Por último, el tercero de los espacios tiene como elemento principal un gran patio trapezoidal situado al Este de la motilla, en cuyo interior se abre un profundo pozo que para satisfacer las necesidades de la población perforó la roca hasta alcanzar el nivel freático del Acuífero 23, que en aquella época se situaba a casi 20 metros de profundidad.
Es de señalar que la batería de análisis antra-cológicos de la Motilla del Azuer, efectuada sobre una importantísima muestra de 2.890 carbones, destaca por la ausencia de vegetación de ribera. Esta circunstancia extraña, dada la situación de la Motilla en medio del cauce del río Azuer. Sobre esta cuestión volveremos más adelante.
La colección cerámica recuperada en la Motilla del Azuer ha sido objeto de estudio específico. A partir de los análisis realizados se ha concluido que se trata de una producción doméstica no estandarizada, con una normalización de ciertos tipos que cumplieron una función concreta, como las orzas de almacenamiento.
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