miércoles, 20 de mayo de 2015

Castro de Berobriga - Donón, Cangas

Cuenta el historiador gallego Orosio que cuando Decimus Iunius Brutus. cónsul de roma en el año 138 a.C. y general de las tropas que invadieron Galicia, llegó a las playas del gran Océano Occidental,  creyó haber alcanzado el fin del mundo, contemplando estremecido como el sol se hundía en el mar.
Con anterioridad había cruzado el río Limia, que sus hombres tomaron por el río Lethes o del Olvido.
Brutus empuñó el lábaro de la legión y atravesando en la fría corriente comenzó a llamar a los soldados por sus nombres desde la otra orilla para demostrarles que seguía vivo y no había perdido la memoria. Sin embargo no se le borró el susto de ver desaparecer el sol en las aguas y dando la vuelta, regresó a Roma para no volver jamás a Galicia.
Se ignora el lugar exacto del hecho pero pudo ser en el Monte Facho de Donón, un promontorio de la punta de Morrazo que cae a pico en un acantilado de más de 180 m. Desde los tiempos más remotos los hombres de la Edad del Hierro, escogieron el sitio para sus ceremonias religiosas. Desde muy antiguo se conocía la existencia de un santuario romano-galaico pero fue en los años 60 y 70 cuando los investigadores encontraron altares de piedra que se conservan en los Museos de Pontevedra y Vigo. Más recientemente, un equipo interdisciplinar dirigido por José Suárez, hijo de uno de los primeros descubridores, ha acometido la tares de escavar el yacimiento con resultados que, no por esperados, dejan de ser sorprendentes.
En el Monte Facho hubo una población de la Edad de Bronce que llegó a ocupar toda la ladera del monte. Empezaría siendo una lugar de culto al dios celta Berobreo, hasta convertirse en un castro con sus peculiares cabañas circulares ordenadas en terrazas por toda la ladera.
Cuando aumentó la influencia romana y los pobladores se trasladaron a la orilla, el lugar de convirtío en un destino de peregrinación al que acudían los devotos del diós Berobreo a solicitar favores o agradecerlos. En el Facho de Donón han aparecido casi 180 aras votivas, lo que supone más de la mitad de la epigrafía romana de Galicia, lo que le convierte en un yacimiento clave para el estudio de los cultos paganos.

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