martes, 30 de junio de 2020

Islote de Sa Galera - Mallorca

Es un islote de la bahía de Palma, a unos 150 o 175 metros de la costa de Can Pastilla en las Islas Baleares. Destaca por un yacimiento arqueológico de la época fenicia de entre el siglo IV y el siglo II a.C.

Topónimo
La Galera o Sa Galera es un topónimo muy abundante y conocido en las islas. La primera referencia bibliográfica del islote aparece en el libro Descripció particular de l’illa de Mallorca e viles de Joan Binimelis.
Aunque se desconoce el origen del topónimo de Sa Galera, es posible que la causa del naufragio de una galera en esa zona fuese el motivo del topónimo que recibe el islote.
Desde el 10 de septiembre de 1966 se considera bien de interés cultural (BIC) con la categoría de monumento y aparece en el Ministerio de Cultura como Habitación Prehistórica del Islote de Na Galera.
En 1980 ya lo citó el arqueólogo Víctor Guerrero en el artículo Los asentamientos púnicos sobre algunos islotes de una revista local, pero nunca se había excavado.
Durante los años 2012 hasta finales de 2017 se han descubierto o investigado mas ampliamente mediante excavaciones diferentes muestras arqueológicas de las cuales destaca los cimientos de un edificio fenicio o púnico del siglo IV a.C. Esta construcción estaba construida con piedra arenisca de una cantera de la misma isleta. De forma cuadrangular, de unos cinco metros de lado y hasta cuatro o cinco metros de altura (según calculado por el propio volumen extraído de la cantera) ha sido interpretado como parte importante de un centro religioso o ceremonial de la época que se utilizó durante milenios por los púnicos procedentes de Ibiza que comerciaban con los pueblos de Mallorca.
Uno de los hallazgos más destacados ha sido el descubrimiento, en el interior de un pozo de tres metros de profundidad, de una pieza cerámica como ofrenda votiva única, que se ha encontrado entera y que data del siglo I a.C.
Además se han descubierto una urna funeraria, canalizaciones y una serie de pozos de entre uno y tres metros de profundidad como parte del centro ceremonial, diferentes restos humanos, animales y monedas hispano-púnicas o las marcas de incendios consecuencias de las guerras púnicas.
Con la corriente de revalorización del patrimonio arqueológico, histórico y cultural a principios del siglo XXI, la investigación progresa implicando organismos internacionales,​ dando como resultado el hallazgo de nuevos restos. Algunos de estos hallazgos fueron el núcleo de una exposición en el casal municipal Can Balaguer durante 6 meses desde diciembre de 2018; de carácter gratuito, la finalidad de la muestra fue facilitar a todo el público los descubrimientos e interpretaciones científicas vigentes en el momento, tras 6 años de investigación. La exposición abarcó diversos materiales datados desde el milenio III A.C., entre los cuales destacaban varios esqueletos, envueltos en el misterio puesto que incluyen los restos de diez personas abandonados tras una muerte violenta. Como curiosidad, se ha realizado la reconstrucción del busto de uno de los citados esqueletos.
Se prevé que la investigación continúe hasta el año 2024.

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lunes, 29 de junio de 2020

Verraco de Gallegos de Argañán


Tipo de verraco: Jabalí. 
Medidas aproximadas: 198x90x60 cm. 
¿Dónde está?: En el Museo Provincial de Salamanca.
Procedencia: Hallado en el pueblo.
Observaciones: Está completo aunque algo desbastado por el costado derecho.

El Perengil - Vinaroz

El Perengil es un edificio aislado en lo alto de una colina sobre el llano de Vinaròs. Este yacimiento ha aportado más preguntas que respuestas por la peculiar arquitectura que presenta en relación con la Época Ibérica, en la que está datado, y por los escasos y fragmentados restos hallados en las excavaciones realizadas.

El exterior y la estructura
En su exterior, en los lados este y sur, presenta una preparación del suelo a modo de acera. La entrada al recinto se encuentra en el ángulo nordeste, dando acceso a un pasillo originariamente enlosado, y que conduce a un segundo espacio, formando un acceso acodado. Este tipo de entrada en codo es una de las peculiaridades del edificio ya que no es habitual en construcciones de la época.
La torre, de planta rectangular de 11'20 x 14'89 m, se construye sobre una base hecha de grandes bloques de piedra caliza del terreno y mampostería. El muro perimetral alcanza el considerable grosor de 1,70 m. Se supone que el alzado superior del muro  se continuaría con una pared de barro y sería rematado, como era habitual en los íberos, por un techo de madera y enramado.
El muro perimetral alcanza el considerable grosor de 1,70 m.

El interior
A través de la ya comentada entrada en codo se accede a una superficie dividida en cuatro espacios, uno de ellos central.
En la sala principal, se hallan unas construcciones de mampostería, aparentemente sin ninguna funcionalidad concreta: dos estructuras circulares, y una tercera rectangular. En esta misma estancia se encuentra un hogar, además de una escalera de mampostería que daría acceso posiblemente a un altillo.
Junto a la escalera se encuentra la puerta de acceso a una segunda habitación lateral, sobre la que se encontraría el piso elevado.
Casi en el extremo final de la estancia principal se ubica un pequeño espacio que no llega al metro cuadrado delimitado por unos muretes de mampostería. Detrás de este espacio se encuentra otra habitación de tamaño regular.

Hallazgos
El material que ha proporcionado el yacimiento es muy escaso y está muy fragmentado. Predomina la cerámica a torno ibérica, pintada y la de cocina.
En cuanto a las cerámicas de importación, hay que destacar la proveniente del comercio púnico, un ánfora ibicenca, y las del ámbito itálico, representadas por fragmentos de ánfora greco-itálica y cerámica de barniz negro. Esta cerámica de importación señala un periodo cronológico que se situaría entre la última década del siglo III a.n.e., y las dos primeras de la centuria siguiente.

Hipótesis
La problemática que presenta el yacimiento es su funcionalidad específica, ya que ha resultado muy dificultoso atribuirle un uso concreto, debido en parte al escaso material que ha proporcionado la excavación, y por otra, a la singularidad de la propia construcción, la cual no tiene paralelos arquitectónicos en otros yacimientos ibéricos.
Su entrada en codo y especialmente el grosor de sus paredes perimetrales, hacen pensar que pudiera corresponder a una construcción de carácter estratégico, una torre de vigía o de defensa. Su enclave es ciertamente estratégico y permitiría una gran visibilidad sobre las posibles vías de comunicación de su entorno.
Por otro lado, las estructuras de mampostería de la estancia principal recuerdan a un edificio destinado al culto.
Por la cronología deducida de los hallazgos cerámicos, y siguiendo la hipótesis del uso militar, el edificio se puede relacionar, en su construcción y breve ocupación, con la II Guerra Púnica que enfrentó a romanos y cartagineses. Este enfrentamiento se suele fechar entre el año 218 a.n.e., fecha en la que Roma declara la guerra tras la destrucción de Sagunto, hasta el 201 a.n.e. cuando el general cartaginés Aníbal y el general romano, y más tarde senador, Escipión el Africano acordaron las condiciones de la rendición de Cartago.

Castellón arqueológico

Ceca Konterbakom

Konterbakom es la transcripción fonética literal de los epigramas en signario ibérico escritos en ciertas monedas celtíberas de bronce acuñadas en la primera época romana de Hispania, cuya ceca, según las hipótesis más aceptadas en la comunidad científica,​ estuvo ubicada en una antigua ciudad denominada Konterbia Belaiska o bien Contrebia Belaisca. Los restos arqueológicos de este oppidum se hallan en el lugar denominado Cabezo de las Minas en Botorrita, Zaragoza, (España).

Metales y emisiones
Contrebia Belaisca acuñó dos emisiones. La primera, de estilo más clásico, al final del siglo II a. C. La segunda, con un estilo más tosco, al principio del siglo I a. C. En ambas figuran las iniciales BE L en el anverso, y en el reverso el epígrafe Konterbakom, que se traduce como un genitivo: “de los de Konterbia”. 

Metrología
Pese a presentar leyendas indígenas, su metrología (pesos y leyes) se basa en el sistema romano con unidades equivalentes a los ases romanos y sus divisiones: semises (mitades) y cuadrantes (cuartos). Hay que tener presente, sin embargo, que se ignoran las denominaciones reales que estos pueblos dieron a sus propias monedas, lo que ha conducido a utilizar —tal vez erróneamente— la terminología romana para mencionar los valores indígenas conforme a su peso y módulo. La unidad, equivalente al as, suele medir entre los 22 y los 24 mm y su peso oscila entre los 9,10 y los 7,51 g. Un semis puede medir entre 19 y 20 mm y pesar 5,02 g, y un cuadrante medir 15 mm y pesar 1,9 g.​

Dispersión
Estas piezas se hallan con más frecuencia en la actual provincia de Zaragoza, en la de Teruel, y algunas también en las de Guadalajara y Cuenca.​ En ellas, como en buena parte de las que se han encontrado en el resto de la antigua provincia de Hispania Citerior, aparece siempre en el anverso una cabeza masculina y en el reverso un jinete portando una lanza o una palma. En el reverso de la moneda fraccionaria (semises y cuadrantes) el jinete es sustituido por un caballo y un creciente lunar. En todos los reversos aparece la citada leyenda Konterbakom en caracteres ibéricos.
Guillermo Fatás aventura la hipótesis de que en cada región de la Celtiberia habría una especie de “capital federal” articulándola políticamente, única de las ciudades de dicho territorio que produciría emisiones de plata. En el caso de Konterbia, —pese a no haber tales emisiones— esta función estaría explícita en el propio nombre de la ciudad, según autores que apuntan a la posibilidad de que Contrebia Belaisca se pueda traducir al latín como Conventus Bellorum o "reunión de los Belos". Así Contrebia sería la ciudad principal de los Belos.
Existen monedas con el epígrafe Belaiskom (de los belos). Miguel Beltrán las considera pertenecientes también a Konterbia Belaiska,​ aunque los hallazgos realizados hasta el momento señalan su situación entre Osma (Soria) y Cervera del Río Alhama (Logroño).

Iconografía
Las emisiones de finales del siglo II a. C. muestran en el anverso una cabeza viril mirando a derecha, peinado de "rizos de gancho", con tres rizos por detrás de la oreja. A la derecha, delante de la cabeza, muestra un delfín. Detrás, a la izquierda, en signos ibéricos, la inscripción BEL. En el reverso, un jinete con palma, cabalgando a derecha. Debajo, en el exergo , la inscripción ibérica Konterbakom.
Por su parte, las emisiones del siglo I a. C. muestran en su anverso una cabeza viril a derecha, con peinado en dos niveles. Delante, delfín, detrás signos ibéricos (BEL). En el reverso, un jinete lancero a derecha. El signo BA de la inscripción del exergo aparece un poco curvado. En los semises y cuadrantes el jinete es sustituido por un caballo al galope a derecha, y encima, un creciente entre dos glóbulos (en los semises) o tres glóbulos (en los cuadrantes).

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miércoles, 24 de junio de 2020

Verraco de Monleón


Tipo de verraco: Cerdo.

Medidas aproximadas: 183x80x50 cm. 

¿Dónde está?: Junto a la puerta de la muralla.

Procedencia: Encontrado en el solar del pueblo.

Observaciones: Le falta parte de la cabeza y las extremidades están rotas por debajo de los antebrazos.

Cova dels Cavalls - Valltorta

Su ubicación geográfica es excepcional, ya que se asoma a un meandro del barranco de Valltorta desde una altura de 80 m. Las escenas de caza que nos encontramos pintadas eran, las que seguramente se desarrollarían en el entorno del abrigo. Las pinturas son hoy en día accesibles gracias a una pasarela y plataforma de observación que se abre al extraordinario paisaje. Se distinguen numerosas figuras, con escenas de caza de ciervos, destacando las figuras de los arqueros en posiciones de disparo o en carrera, que son la imagen modelo de todo el Arte Rupestres Levantino. Son escenas de gran realismo, vitalidad y calidad de ejecución, incluso con una idea de perspectiva. Se emplean pigmentos rojos, castaños y esporádicamente blancos. La escena principal, icono del Arte Rupestre, representa la caza de un grupo de ciervos adultos, hembras y jóvenes, que acosados y heridos huyen de los arqueros. Es fácil imaginar la escena desarrollándose a los pies del abrigo en el barranco. El realismo llega al punto de saber que la escena se pinta en otoño que es cuando se pueden ver juntos a ciervos, ciervas y cervatos. Otros animales que se observan son cápridos y bóvidos, así como otras figuras masculinas y femeninas con detalles realistas. Los lugareños se referían a las figuras de animales como caballos, de ahí el nombre del abrigo.
Según Obermaier, uno de los primeros investigadores de las pinturas, eran muchas más las figuras que se podían observar, pero las continuas agresiones sufridas hacen que hoy solo podamos contemplar apenas la mitad de las que habría a principios del s. XX. La guerra civil y la posterior negligencia de los visitantes no ayudaron en la conservación de las pinturas. Muchas fueron expoliadas o destruidas. La figura de Serafí Adell, nombrado guarda de la Valltorta, salvaría estos conjuntos. Hoy en día es imprescindible conseguir entre todos la conservación y el respeto hacia un patrimonio inigualable en el mundo. En 1924 fueron declaradas Monumento Histórico-artístico y Patrimonio Mundial en 1998.

Castellón mediterráneo

martes, 23 de junio de 2020

Valle del Coa y de Siega Verde


Los sitios del Valle del Coa y el sitio de Siega Verde forman el conjunto más importante de arte rupestre paleolítico al aire libre de la Península Ibérica y son uno de los mejores ejemplos de las primeras creaciones artísticas del ser humano. 
La zona de la Siega Verde se encuentra en la comunidad de Castilla y León y cuenta con 645 grabados.

Verraco de Ciudad Rodrigo


Este Verraco, situado en la Plaza del Castillo, es uno de los emblemas de Ciudad Rodrigo. Se trata de una peculiar escultura de granito de origen celta, de la época de los Vetones, que data nada menos que del siglo IV a.C. 
La verdad, no entiendo cómo un ejemplar histórico tan antiguo y valioso pueda estar aquí, a la intemperie, expuesto al desgaste y a posibles actos vandálicos (el año pasado amaneció lleno de pintadas y grafitis). Se ha convertido en el lugar de juego preferido de los niños, que no paraban de subirse a él (era prácticamente imposible poder tomar una fotografía sin críos). 
Esta peculiar escultura está incluida en la "Ruta de Los Castros y los Verracos" de la provincia de Salamanca. Fue descubierta en las inmediaciones del río Águeda en el siglo XVII.

Ceca de Tamusia


La ceca de Tamusia se enmarca en el contexto del castro vetón de «Villasviejas del Tamuja», cuyos restos arqueológicos se encuentran a unos dos kilómetros al Noroeste de la localidad cacereña de Botija.
Tradicionalmente, la existencia de este taller monetario ha despertado un especial interés en lo relativo a dos cuestiones principales: el hecho de que se acuñasen monedas celtíberas en suelo extremeño, lejos de su espacio cultural; y la aparición de una tercera emisión bilingüe, posterior a las dos primeras acuñaciones, ya plenamente celtibérica.

Cronología
Se han datado las emisiones de esta Ceca a principios del siglo I a. n. e.​ o, al menos, durante la primera mitad de la centuria.

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domingo, 14 de junio de 2020

Puig de la Misericordia - Vinaroz

El yacimiento del Puig de la Misericòrdia es conjunto de gran interés que nos ofrece dos atractivos momentos de la cultura ibérica, su inicio y su final. A la vista están las tres fases de ocupación datadas por las excavaciones, una correspondiente a la Edad del Hierro y otras dos a la Época Ibérica. La segunda es la que tenemos más a la vista tras la excavación. Sería una residencia fortificada de carácter residencial y agrícola, aunque quizá también tuvo un uso estratégico. Es probable que este lugar fuera un enclave importante en la época en conexión con otros asentamientos de la zona.
El Puig de la Misericòrdia se sitúa además en un bello paraje natural donde disfrutar del entorno y las vistas del fértil llano de Vinaròs-Benicarló.

Castellón Mediterráneo

El verraco de Ledesma

Hoy hablamos del verraco de Ledesma. En 1720 existían dos verracos o toros de piedra en la antigua Puerta de Toros, al lado del puente viejo. Ya en el siglo XIX se hablaba de cuatro cerdas atadas entre sí por cadenas, lo que concuerda con lo que decía el Padre Morán, que hablaba de cuatro antiguos verracos en la zona del puente. Se dice que esos 4 verracos fueros arrojados al río.
Volviendo al verraco del que hablábamos al principio, fue hallado durante la construcción de las escuelas de la Calzada de San Pedro en 1957. La escultura data de entre el siglo VII y el I a.C. y está elaborada a base de granito. Además, al verraco se le ha amputado la cabeza y su tronco se aproxima a lo que es un cerdo natural, con los atributos femeninos marcados excesivamente.
Hace años, cuando íbamos a la escuela siendo unos niños, lo veíamos tirado entre las zarzas, en la parte derecha de las escuelas, en la zona donde jugaban las niñas en los recreos. Bien es cierto, que entre unos cuantos mozalbetes lo sacamos de entre las zarzas y nos montábamos en él como si de Sancho Panza se tratara con su asno Rucio.
Más tarde tendría dos emplazamientos diferentes, terminando actualmente en la Plaza de la Fortaleza. Y así terminamos la historia del verraco ledesmino. Gracias amigos.

La Gaceta

martes, 9 de junio de 2020

Poblado de la Hoya - Alava

El Poblado de la Hoya, uno de los yacimientos más importantes de Euskadi, muestra los modos de vida y organización de las gentes que poblaron el lugar entre el 1200 a. C. y el 250 a. C.
La visita permite apreciar el urbanismo del antiguo pueblo, con calles, plazas y manzanas de casa, y profundizar en la materia a través de la exposición del centro de interpretación contiguo.
El primer asentamiento en el lugar data del siglo XV a. C., cuando pobladores indoeuropeos llegados de Europa Central tomaron contacto con las culturas megalíticas existentes en la zona. El poblado se defendía ya en esa época con una muralla, primero de madera y después de mampostería, de la que se conservan unos 370 metros.
Desde Europa Central siguieron llegando gentes que contactan con esta tribu y aportaron nuevos conocimientos. El poblado sufrió una ocupación violenta sobre el siglo IV a. C. por parte de celtíberos procedentes de la meseta, que invadieron la zona y tomaron posesión de la localidad, aunque legaron una cultura y un desarrollo superiores.
En un primer momento, el poblado se desarrolló de modo perimetral a la empalizada, pero con la llegada de los celtíberos se reestructuró por manzanas de casas, con bocacalles no enfrentadas para evitar la canalización del viento. Muchas de la casas estaban porticadas para evitar mojarse cuando llovía y las calles estaban empedradas.
La construcción de las casas se realizó en un principio con madera y más tarde con zócalo de piedra y paredes de adobe con entramado de madera. Se dividían en entrada, cocina y almacén y el tejado era de paja.
El poblado experimentó a raíz de la llegada de los celtíberos un notable desarrollo gracias a sus innovaciones técnicas y económicas, lo que se reflejó en un alto rendimiento agrícola. El resultado fue un crecimiento del trueque y la conversión de La Hoya en un destacado centro comercial y de organización del territorio.
El poblado es abandonado aproximadamente el siglo III a. C. por causas desconocidas.

Más Información
Este interesante yacimiento arqueológico fue excavado en el último cuarto del siglo XX.
El centro de interpretación de La Hoya explica las características y vida cotidiana en La Hoya durante el tiempo en que estuvo habitado –aprox. entre el 1200 a.C. (Bronce Medio/Final) y el 250 a.C. (II Edad del Hierro)-. El asalto, incendio y derrumbe que sufrió el poblado en su momento de mayor esplendor “congeló” la pujante actividad de un día de mercado cuyos restos permanecieron enterrados pero intactos hasta su descubrimiento.
Además de recorrer el yacimiento, en el que destaca su urbanismo, con calles, plazas y manzanas de casa en torno a ellas, en el centro se puede ver una maqueta del poblado en la II Edad de Hierro y la reproducción a tamaño real de una de sus viviendas con las diferentes estancias y los objetos encontrados en ellas

Álava Turismo

Bascunes - Navarra

Bascunes o Barscunes es el nombre de una ceca autóctona del siglo I a. C. en el norte de España, que acuña a partir de fines del siglo II a. C. dentro del llamado "grupo pirenaico" o también "grupo navarro", que cuenta con numerosas cecas que usan el mismo signario ibérico levantino que el área celtibérica.
La ciudad emisora pudo ser Pamplona o bien Rocaforte, ambas dentro del área nuclear de los Vascones. El texto está escrito en ibérico.
Otros autores sitúan la ceca "Ba(r)skunes" en el poblado de La Custodia, en Viana, debido al importante número de monedas (52 ejemplares) hallados en el yacimiento. Una rigurosa excavación de este yacimiento aclararía si la región estaba ocupada por Vascones o Berones.​ Los trabajos más recientes tienden a situar la ceca en algún lugar próximo al Ebro, ya que la arqueología no ha dado más que pequeños asentamientos.[4]​Recientemente I. Rodríguez Casanova insiste sobre La Custodia,​en el término municipal de Viana.
Las monedas son "denarios abundantes de recio sabor ibérico" y ases, de arte más variado y tosco. Los denarios llevan en el anverso una cabeza varonil, con barba, y en el reverso un jinete con espada corta y la leyenda Bascunes/Barscunes. Algunas tienen también leyenda en el anverso. Los mayores lotes de monedas han aparecido en Viana, Alagón y Tafalla, en Pamplona sólo tres, aunque ello puede ser accidental y no concluyente.
Algunos piensan que el nombre de la ceca se debe al nombre de la tribu que vivía en la zona. Según esta teoría, y buscando las raíces celtas de la palabra, Barscunes podría significar (bar = grupo, comunidad; cunes = cumbres, cimas, montañas, alturas) «Los Altivos», «Los Orgullosos», «Los de Arriba», «Los de las Alturas» o «Los de Las Montañas».
Para el lingüista vasco Joaquín Gorrochategui de la Universidad del País Vasco (Euskal Herriko Unibertsitatea), la controversia sobre una identificación con la palabra vascones ha sido superada por la confirmación de su filiación con el mundo celtibérico.

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martes, 2 de junio de 2020

Zona arqueológica de la Pedriza

La zona arqueológica de la Pedriza es un yacimiento arqueológico del municipio español de Manzanares el Real, en la Comunidad de Madrid. Se ubica en la zona denominada La Pedriza del Manzanares.

Ubicación
La zona arqueológica se encuentra en terrenos de naturaleza ígnea correspondiente a granito y leucogranitos tardíos del Ciclo Hercínico. Geomorfológicamente la zona se inscribe en el ambiente de la Sierra, en el subambiente de la Alta Sierra, extendiéndose sobre las vertientes sur y sureste de La Pedriza de Manzanares .
La zona destaca por su elevado número de yacimientos pertenecientes a la Edad del Bronce, que contrasta con la escasez de asentamientos pertenecientes a otras épocas. Cronológicamente, los primeros indicios son útiles y restos de talla realizados en sílex. Existe, además, una referencia bibliográfica que hace mención a un supuesto dolmen conocido como las "Pilas Simétricas de la Peña Sagra".
Los numerosos yacimientos de la Edad del Bronce presentan el mismo esquema de asentamiento: se localizan bien sobre plataformas entre afloramientos graníticos, con amplio dominio visual, bien en pequeños abrigos. En ambos casos, se ubican siempre en la vertiente más protegida (este y sureste) y muy próximos entre sí. Las hipótesis más acertadas identifican estos yacimientos con un poblamiento estacional o con un poblado dispersos. En ambos casos, la ganadería como modelo de vida predominante debió cumplir un papel importante. En estrecha relación con estos asentamientos se encuentran los abrigos con restos de pinturas esquemáticas. En la actualidad, no se conocen muchos enclaves de esta naturaleza, pero dadas las características del terreno, es muy posible la existencia de otros abrigos con manifestaciones artísticas. Posteriormente, se produjo un vacío poblacional que alcanza hasta la Edad Media, momentos en que la villa de Manzanares adquiere importancia, lo cual queda reflejado en la construcción de su castillo. Finalmente, su momento de esplendor lo alcanzó a lo largo de los siglos xv y xvi, coincidiendo con el dominio de la familia Mendoza, y decayendo con posterioridad a dicha fecha.

Estatus patrimonial
El área fue declarada Bien de Interés Cultural, en la categoría de zona arqueológica, el 2 de marzo de 1995, mediante decreto publicado el 17 de abril de ese mismo año en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid, con la rúbrica del presidente de la comunidad autónoma, Joaquín Leguina, y del consejero de Educación y Cultura, Jaime Lissavetzky.

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Cueva del Toll de Moià

Se trata de una cueva prehistórica situada en un entorno natural, digno también de ser visitado.
La cueva, de 1.148 metros de profundidad está abierta al público pero sólo se pueden visitar 180,55m. ¡Toda una experiencia!
La primera sensación que tendremos es el cambio de temperatura (la cueva tiene una temperatura constante de 14 grados) pero después iremos descubriendo un mundo subterráneo de grandes formaciones de roca que nos cautivará por su belleza.
Se trata de una cueva que no tiene filtraciones de agua, por lo tanto no se caracteriza por las típicas estalactitas y estalagmitas que muchas otras cuevas presentan (aunque se puede ver alguna que otra).
En este caso iremos descubriendo un paisaje majestuoso de roca a medida que vayamos avanzando por el camino que nos conducirá hacia el interior de la galería (un camino cómodo, pero que en algunos tramos se hace estrecho). La primera parte de la cueva es la que fue habitada para el hombre prehistórico del Paleolítico Mediano y Neolítico.
En esta parte se han encontrado distintos restos de utensilios (de los cuales podemos contemplar las réplicas, ya que las originales se encuentran en el museo de Moià) y también esqueletos humanos de la época.
La galería continúa hacia el interior siguiendo el curso del río subterráneo. Esta parte de la cueva es una de las más ricas de Europa en cuanto a los restos de fauna del Cuaternario que se han encontrado: hipopótamo, rinoceronte, oso de las cavernas, león, hiena…

El paseo por el entorno
Justo delante de la entrada de la cueva se inicia un paseo señalizado que va desde la Cova del Toll hasta la Cova de les Toixoneres.
Se trata de un bonito paseo entre bosques típicos de la región submediterránea, donde los robles y  el boj son los protagonistas.
Durante el recorrido encontraremos algunas recreaciones que ilustran algunos aspectos de la prehistoria.
Es un paseo tranquilo que nos hará descubrir la belleza del entorno de la cueva, complementando a la perfección la visita.