jueves, 8 de marzo de 2018

Beribraces

Según testimonio de Rufo Festo Avieno en su "Ora Marítima", todo el territorio comprendido entre el Cabriel y el Turia, en la costa Mediterranea noreste, estuvo habitado por unas tribus de origen céltico, los beribracos o beribraces, que después fueron absorbidos por las tribus ibéricas más civilizadas: olcades y lobetanos. Los beribraces se dedicaban el pastoreo, apenas hacían vida sedentaria y tenían algunos poblados pequeños, siempre en estado de alerta y dispuestos a la marcha, según el ciclo estacional, en busca de pastos. En aquellos poblados quedaban las mujeres y los niños mientras los adultos se desplazaban con sus rebaños.
Para Schulten, los pueblos llamados Cempsos y Sefes, ocuparían el Occidente de la Meseta, los primeros en el valle del Guadiana y los segundos en los del Tajo y Duero y los Beribraces en la Meseta Oriental, como antecesores de los Celtíberos.
Según Pedro Bosch-Gimpera, podemos suponer que entre las tribus que conformaban la primera oleada céltica se hallaban los beribraces.
Su nombre vendría del alemán Biber (‘castor’) y significaría ‘el pueblo del castor’. Los beribraces penetraron por Cataluña y se extendieron por el bajo Aragón. De ellos quedaron restos arrinconados en las montañas del occidente de la provincia de Castellón y allí los conoce el Periplo massaliota en la primera mitad del siglo VI a.C. Otros beribraces aparecen en las montañas del Rosellón al otro lado del Pirineo, en donde los encuentra Aníbal en el siglo II a.C.
«La descripción de los beribraces de Avieno podría hacer pensar que son, en medio de los iberos que desarrollaban una cultura mediterránea, un resto de indoeuropeos primitivos, y así Schulten los considera como un estrato precursor de los celtíberos.» 

[A. Tovar: Iberische Landeskunde, Baden-Baden, 1989]

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