sábado, 22 de julio de 2023

Menhir estela de Soalar - Navarra

 Dentro de la riqueza megalítica de Navarra, el valle de Baztán tiene un papel destacado. De los más de 1.500 megalitos catalogados en la Comunidad Foral, en Baztán se encuentran más de 600. De ellos, más de cien son menhires. Uno destaca sobre los demás. Y es que la estela - menhir de Soalar es una pieza excepcional dentro del megalitismo de la Península Ibérica. Esta importancia se debe a los grabados que presenta en una de sus caras. 

La historia de su hallazgo y de cómo ha llegado hasta nosotros es, cuando menos, rocambolesca. En 1973, el capuchino y estudioso del megalitismo Francisco Ondarra lo descubrió en el collado de Soalar. Estaba caído y con los grabados hacia el suelo, lo que pudo facilitar su conservación. En 1.992 desaparece de Soalar y es encontrado de nuevo por Ondarra a 15 km. de distancia. La iba a utilizar el dueño del terreno como dintel del caserío que se estaba construyendo. Apercibido de que no podía hacer eso, el menhir queda allí hasta que desaparece otra vez en el año 2003. Había sido trasladado a una casa particular y era utilizado como soporte para ¡una canasta de baloncesto! 

Los miembros del grupo Hilharriak, que tanto han hecho para fomentar el conocimiento y protección del patrimonio prehistórico de Baztán, dan aviso las autoridades de la surrealista ubicación y del peligro que corría el monumento prehistórico. Patrimonio toma cartas en el asunto haciéndose cargo del menhir y en colaboración con el Ayuntamiento de Baztan es trasladado al Museo Etnográfico Jorge Oteiza de Elizondo. 

La gran pieza, de arenisca roja del Baztán, tiene 4,50 m. de altura, lo que convierten al menhir – estela de Soalar en uno de los más altos de Navarra y País Vasco. Pesa tres toneladas de peso. Tiene un acusado carácter antropomorfo. Pero lo más importante, lo que hace excepcional a la pieza, son sus grabados. Grabados de hace más de 4.000 años que convierten al menhir en la estatua prehistórica de un gran guerrero fuertemente armado. 

A simple vista destaca la representación de una alabarda, especie de hacha con cabeza triangular más ancha junto al mango y acabada en punta. Muy cerca de la alabarda se aprecia una cazoleta perfectamente excavada en la piedra. Pero hay más. Expertos en arte prehistórico de la Universidad de Alcalá de Henares examinaron la pieza rigurosamente. Mediante el procesado informático de las fotografías obtenidas con diferentes iluminaciones, lograron obtener un calco de todos los grabados. 

La estela está enmarcada por una serie de trazos que la recorren verticalmente representando esquemáticamente la túnica o manto del guerrero.



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