martes, 4 de agosto de 2020

Poblado del Puig de la Nau - Benicarló


El yacimiento arqueológico de El Puig de la Nau está datado a principios del siglo VII a.C. como un pequeño poblado de cabañas del Bronce final que después se transformaría en un asentamiento de casas de planta rectangular perteneciente al Hierro antiguo. Destaca de esta etapa el hallazgo de indicios de las primeras importaciones fenicias, siendo uno de los primeros yacimientos en los que se han detectado de la costa septentrional peninsular mediterránea.
Ya en el siglo VI a.C. es ocupado por una población íbera y la etapa más importante que se puede observar corresponde al siglo V a.C. En el yacimiento se ha encontrado abundante material de una población del ibérico pleno: cerámica, mucha de ella importada y diverso material de bronce, hierro, plata y oro.
En el poblado del Puig de la Nau, conformado por una arquitectura claramente defensiva, destacan los restos de su muralla interior, de una torre semicircular y evidencias de otras dos, de dos antemurallas y de una de las puertas que daría acceso a la población, por lo que se trata de un yacimiento muy peculiar y en un estado de conservación prácticamente único.
En su interior, 38 recintos con muros de dos metros en muchos lugares se distribuyen en 8 calles excavadas hasta ahora, y componen viviendas y otros edificios de diversa funcionalidad, como talleres y almacenes. Se conservan en muy buen estado ya que se construyeron en toda su primera altura en piedra. Cabe destacar que El Puig de la Nau es el primer asentamiento donde se ha identificado la construcción a dos plantas, si bien al estar la superior hecha con adobe no se ha preservado.
El edificio más destacado por su tamaño es el que se encuentra junto a la muralla y la puerta de entrada, en la parte más alta del poblado, por lo que posiblemente sería la residencia de la persona principal de la comunidad.


El entorno de aquellos pobladores se ha reconstruido a partir de los restos de huesos de animales, de semillas, leñas y polen. El bosque más próximo estaría formado por carrascas, pinos y árboles de ribera, junto al barranco donde tendrían pequeñas huertas. En el resto del territorio cultivarían cereales y algunos frutales. Ciervos, zorros, perdices o liebres serían la fauna más abundante.
La necrópolis, al igual que en otros asentamientos íberos, se encontraba en el llano, al pie del monte donde se asienta la población y de ella se han extraído catorce tumbas. Se interpreta que su ritual funerario sería la cremación y que los restos se depositaban en una urna, enterrada en un simple hoyo junto con objetos personales del fallecido, símbolo de su posición social.
A lo largo de las excavaciones se han hallado también restos de varios tipos de rituales: tumbas de neonatos bajo el pavimento de edificios, depósitos de huesos de animales quizás sacrificados, y restos de huesos de personas adultas que parece que estaban exhibidas en la calle.
El poblado se abandona en el primer cuarto del siglo IV a.C. sin mediar ningún conflicto por lo que se supone que fue motivado por la sobreexplotación de los recursos del entorno ya que el asentamiento basaba su economía en la agricultura y el comercio de los productos obtenidos.
El Puig de la Nau comenzó a excavarse en el año 1974 para salvaguardarlo de posibles destrozos por la reanudación de actividad de una cantera que ya anteriormente destruyó, al menos, dos terceras parte del poblado, por lo que actualmente solo quedan poco más de 2.000 metros cuadrados de superficie.
Actualmente el poblado de El Puig de la Nau se ha consolidado para abrirlo al público y ofrecer un recurso cultural de primer orden en el entorno turístico de Benicarló.

Castellón en Ruta

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