Planean sobre ellas leyendas de milagros y ovnis, pero lo real se plasma en una de las paredes de la cara oriental: aparte de petroglifos, muestra pinturas de arte rupestre levantino de hasta 10.000 años de antigüedad. Manadas de animales impresos en piedra por tribus prehistóricas.
Una ruta de 1,5 horas permite rodear esta elevación y vislumbrar aquellas “rojizas lomas” o aquellas “atalayas amarillentas salpicadas con los puntitos simétricos de los olivos” que describió el vecino más ilustre, Azorín.
El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario