Desde Artxanda, mirando hacia el aeropuerto de Loiu, se distingue una pequeña cadena montañosa que cierra el valle del Txorierri y lo separa de Mungia. Una de las cimas, de poco más de 360 metros de altitud, el monte Berreaga, se diferencia por su escarpada ladera. Allí se han encontrado huellas de la ocupación humana desde la Edad de Hierro, entre el siglo III y el I antes de Cristo, y la mejor colección de estelas funerarias de ese período halladas en Bizkaia. Este mismo mes, un grupo de arqueólogos ha iniciado una intervención en el denominado castro de Berreaga, que deberá determinar si toda la superficie afectada debe contar con protección como bien cultural.
Los estudios anteriores hallaron restos de 150 esculturas funerarias
Las primeras referencias históricas sobre el enclave datan del siglo XVII
Los arqueólogos trabajan sobre una superficie de unas nueve hectáreas, repartidas en los términos municipales de Zamudio, Mungia y Gamiz-Fika, para aclarar dudas sobre los límites del recinto fortificado y cerrar el expediente administrativo de protección.
Las primeras referencias del enclave datan del siglo XVII. Esos documentos históricos ya citan la existencia de lápidas y sepulturas, aunque sin determinar si son de la época medieval o anteriores. Las excavaciones comenzaron a finales de los años ochenta; posteriormente, hubo otras intervenciones, que finalmente se abandonaron en 1994. Los arqueólogos que trabajan para la Dirección de Patrimonio Cultural iniciaron hace un par de semanas una exploración sistemática del castro y tendrán finalizada la excavación antes de finales de noviembre.
Berreaga se encuadra en la treintena de castros de la Edad de Hierro que se han localizado en el País Vasco, como el de Arrola, en Nabarniz, o el de Malmasin, en Arrigorriaga. “Con los datos que tenemos podemos datar el castro de Berreaga entre los siglos II y I antes de Cristo”, explica el arqueólogo de Patrimonio Cultural Armando Llamosas.
Las actuaciones arqueológicas en Berreaga han sacado a la luz restos de murallas y foso, del poblamiento y la necrópolis. Como resultaba habitual en la época, la necrópolis se encontraba cercana al poblado, en el camino de acceso. Las roturaciones en esa zona del monte no han impedido recuperar 150 piezas, entre estelas y fragmentos de ellas. Su decoración es muy característica: dos líneas incisas se cruzan formando un motivo cruciforme. Los enterramientos se realizaban tras la incineración en un pequeño receptáculo cubierto por un túmulo sobre el que se colocaban las estelas.
El resto de los materiales rescatados en Berreaga son pobres, apenas fragmentos que nunca llegarán a un museo, pero muy explícitos para determinar la edad del asentamiento. La cerámica celtibérica convivió con las técnicas locales de menor calidad, pero hasta los pobladores de Berreaga también llegó la terra sigillata de los romanos.
(Ondare Babesa)
No hay comentarios:
Publicar un comentario