domingo, 11 de octubre de 2020

Cabeza Baja de Encina Hermosa - Locubín


Cabeza Baja de Encina Hermosa es un asentamiento arqueológico conocido desde tiempos ascentrales. Se encuentra en el término municipal de Castillo de Locubín (Jaén). Dista en línea recta de unos 7 kms.  de la población de Alcaudete, en sentido noroeste-oeste, y 5,5 kms. de Castillo de Locubín, en sentido sureste. Desde la ciudad de Jaén, se accede por la N-432 hasta la aldea de Ventas del Carrizal, y desde aquí, siguiendo el camino del Cortijo del Baño hasta el cerro.

Se trata de una meseta alargada en sentido noreste-suroeste y presenta en todas direcciones pendientes abruptas. Tiene unas dimensiones de 500 metros en su eje más largo, por unos 270 metros en el lado más estrecho y una superficie de unas 10 hectáreas.

Los arqueólogos destacan especialmente sus valores paisajísticos con una vegetación autóctona de encinar y otras especies propias del monte bajo mediterráneo.

El yacimiento ha sido objeto de algunas limitadas intervenciones arqueológicas e incluso se comenzó a trazar las líneas generales de un Plan Director para abordar el tratamiento integral del mismo desde la investigación y protección a la difusión y puesta en valor, aunque solo se avanzó en ese sentido.

La realización en Cabeza Baja de una excavación de urgencia en 1986, motivada por el incremento y extensión del expolio arqueológico, ofreció una serie de datos arqueológicos claves para definir la entidad del yacimiento. Los datos obtenidos en la excavación señalan que el oppidum de Cabeza Baja de Encina Hermosa se funda entre finales del siglo III a.C y mediados del siglo II y desarrolla un poblamiento que debe seguir a grandes rasgos el típico urbanismo ibero del Alto Guadalquivir.

La primera ocupación continuada de Cabeza Baja (principios S.II y finales del S.III a.C) fue probablemente por contingentes de origen túrdulo llegados desde Obulco, si bien no hay que destacar otros núcleos como Iponoba, Tucci o incluso los núcleos ibéricos de Alcalá la Real.

Las excavaciones señalaron la existencia de diversas estructuras; se demostró la existencia de una muralla ibérica alrededor de la meseta. El espesor de la muralla puede estimarse en 3 metros.

El hallazgo de un nivel de incendio se señalaba como posible causa del abandono de estas dependencias.

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