Desde los pioneros y esforzados intentos del párroco Bardavíu hasta las últimas catas realizadas en el solar del castillo, durante todo el siglo XX –y con desiguales resultados- el suelo de nuestro término municipal ha sido “horadado” con fines arqueológicos en numerosas ocasiones. Por seguir con el orden cronológico, aquí nos referiremos solamente a los yacimientos (restos y parajes) previos a la romanización.
De la llamada “Edad de los Metales” los yacimientos más significativos se hallaron en el "Barranco La Hoz" (enterramientos y útiles del Eneolítico –segundo milenio antes de Cristo-), el barranco de Valdoria (esqueletos y utensilios del Bronce Pleno –en torno al 1500 a.c.-) y “La Pinarosa” y sus alrededores, como la “Cueva Negra” (esqueletos y utensilios también del Bronce Pleno, pero algo más recientes).
En cuanto a la Edad de Hierro y las civilizaciones que surgieron de ella entre los siglos X y III a.c., la opinión casi unánime de los expertos es que Albalate debió albergar no uno, sino varios de los asentamientos íberos más concurridos de la provincia. Y sin embargo, mientras en municipios tan próximos como Azaila u Oliete, existen solares íntegros de poblados íberos, aquí en Albalate, las huellas de esta fascinante civilización se reducen a pedazos de cerámica, y sillares aislados, diseminados en torno al pueblo: en el cabezo del castillo, en el del calvario, en el de la Valdurrea... Y sobre todo en el de Cantalobos (“Cabecico de La Cruz”) y el de Las Abejas (“Cabecico del Palomar”). La mayoría de estos lugares han sido “rastreados y trillados” tan repetidamente –de manera profesional, amateur, o simplemente a modo de saqueo- que la esperanza de encontrar restos de cierta dimensión o valor es bastante pequeña. Tal es el caso de los cabezos del castillo, de Cantalobos o de Las Abejas . Otros, sin embargo, han sido excavados sólo puntualmente –Valdoria, Barranco La Hoz- y por su estratégica posición parece más que probable que escondan todavía algún soterrado vestigio de pasados remotos.
Advertencia importante: Esto no es una invitación al expolio. Los restos arqueológicos son un bien de dominio público y por tanto no podemos instigar su acaparamiento en manos privadas. Como mucho animamos a la observación de estos restos y a su puesta a disposición de especialistas o museos. Y en todo caso, intentamos llamar la atención de instituciones e investigadores para que reanuden las prospecciones a nivel público y profesional –que sería lo más deseable-.
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