La visita al conjunto de Santa Lucía, declarado Bien de Interés Cultural, nos permite disfrutar no solo de un yacimiento arqueológico con indicios de ocupación desde la Edad del Bronce, sino también de un entorno y unas vistas excepcionales y de la ermita, con sus edificios anexos, que antes de lugar de culto fue una fortaleza medieval.
Las excavaciones han desvelado varias fases de ocupación. Las dos primeras muy distanciadas entre sí, entre el II milenio a.n.e. y el siglo VII a.n.e. El hecho de que en la fase de la Edad del Hierro el lugar fuera abandonado tras un incendio ha permitido encontrar con un excelente estado de conservación numerosas piezas que nos desvelan el día a día de sus habitantes. Además existen vestigios de otro asentamiento de Época Islámica.
Visitar Santa Lucía es formar parte de 4000 años de historia. Este singular enclave ha sido elegido y habitado por diversas culturas con diversas formas de vida durante estos cuatro milenios.
Hace 4000 años en la denominada Edad de Bronce un grupo humano ocupó este cerro y levantó sus construcciones en las vertientes sur y este del lugar, asegurándose la luz y el calor del sol. La elección de este punto no fue una cuestión de azar. Desde lo alto podían acceder visualmente a una vasta extensión de territorio y controlar cualquier movimiento. El lugar contaría además con un sencillo acceso a muchos recursos para su supervivencia.
Estos primeros pobladores subsistían por medio de la agricultura y la ganadería. También la recolección y la caza formaban parte de sus actividades complementando sus necesidades alimentarias y obteniendo materias primas para la fabricación de utensilios.
Dominaban la fundición de metales con los que fabricar sus armas y los útiles para el campo y producían con cerámica sus enseres.
A mediados del siglo VII a.n.e. las sociedades de la Edad del Bronce final entran en contacto con el comercio Mediterráneo, lo que lleva a una fuerte transformación de la tecnología, la sociedad y también de las creencias y rituales de la gente de la Edad del Bronce. El cambio que se opera en este momento es de gran importancia para conocer todo el desarrollo de la Cultura Ibérica. Se introducen nuevas tecnologías como es el caso de la metalurgia del hierro o el torno de alfarero, nuevas técnicas arquitectónicas, pero también nuevos rituales como la comensalidad en los banquetes o nuevos planteamientos religiosos y sociales, lo que lleva un cambio de mentalidad completo.
La Edad del Hierro inicia los planteamientos tecnológicos y sociales que han regido los pueblos castellonenses hasta prácticamente nuestros días.
En las rutas podremos ver los yacimientos de En Balaguer de Portell, El Puig de la Misericordia de Vinaròs, el Puig de la Nau de Benicarló, Santa Llúcia de Alcalà de Xivert, El Tossal del Mortorum de Cabanes, El Tossal de la Vila en la Serra d'Engarceran, Los Morrones de Cortes de Arenoso.
Castellón arqueológico
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