El yacimiento de El Llano de la Horca se encuentra en Santorcaz, Madrid. Se trata de un oppidum, es decir, de una ciudad fortificada y en alto cuya posición permitía el control del territorio circundante. Se eleva unos 900 metros por encima del nivel del mar y ocupa aproximadamente 10 hectáreas. Aunque no se conserva la muralla, los restos de unos alineamientos de piedra hacen creer que posible existiera.
Uno de los rasgos más interesantes de este yacimiento es la variedad de estructuras domésticas que se han descubierto, lo que permite establecer la función de cada edificio, la planificación urbana y la ocupación del territorio, dándonos una idea lo más cercana posible a lo que pudo ser la vida cotidiana en la ciudad.
Los posibles motivos por los que se elegiría esta ubicación para la ciudad parecen ser dos: la existencia de un manantial al pie del cerro que siempre tiene agua y también la abundancia de tierras fértiles muy adecuadas especialmente para el cultivo del cereal. Además, se encontraba en medio de una ruta comercial que permitía una economía de intercambio más allá de la mera subsistencia. Se cree, además, que el Llano de la Horca pudo ser usado por las tropas romanas como cuartel de invierno.
Organización urbana
El yacimiento de El Llano de la Horca tiene una estructura urbana representativa de las ciudades carpetanas. Se basa en un trazado reticular con manzanas cerradas de casas adosadas por su pared trasera, lo que permitía el reforzamiento de las viviendas. En la zona más elevada del oppidum se abría una plaza, un espacio central en el que confluían las calles. Algunas de estas calles llegan a tener 5 metros de ancho y aún conservan las huellas de los carros.
Las casas de El Llano de la Horca tenían forma trapezoidal o rectangular y estaban divididas por tres espacios: uno que haría función de cocina y taller, otro con el hogar donde se llevaría a cabo la vida cotidiana y otro que funcionaría a modo de almacén. Además, habría que sumar el porche exterior donde seguramente se producía la mayor parte de la vida familiar para aprovechar la luz natural, escasa en el interior, y la interacción con los demás.
Los muros se construían con piedra y arcilla y los tejados, con madera y ramas. Las viviendas tenían una extensión de entre 70 y 90 m2. La separación interna se conseguía mediante tablas de madera o un entramado vegetal con barro. La ocupación pertenecía a un solo grupo familiar que solía incluir a tres generaciones: abuelos, padres e hijos.
La economía en el Llano de la Horca
Sabemos que en este yacimiento carpetano se desarrolló una agricultura evolucionada y muy productiva que se basaba principalmente en el cultivo del cereal (trigo y cebada) y las leguminosas, todo ello favorecido por la ocupación de nuevas tierras. Además, también habría árboles frutales de los que cosechar y también se recolectarían frutos del bosque y bellotas.
En cuanto a la ganadería, destacan los bóvidos, los ovicápridos y los cerdos, éstos últimos también como generadores de abono para los cultivos. Por el análisis de la edad de los animales sacrificados se deduce que la mayoría de los ejemplares se sacrificaban con una edad avanzada, por lo que se favorecería la reproducción de los animales y la obtención de recursos como leche y lana además de la carne.
Se han hallado restos de jabalí, ciervo, zorro y liebre pero tan sólo testimoniales y también de perro y caballo, especies no consumidas pero sí domesticadas. Este aparente desinterés en la caza podría venir de la escasez de piezas o de la ausencia de necesidad debido al ganado doméstico.
Los restos del Llano de la Horca permiten afirmar que existía un comercio muy dinámico en la ciudad seguramente debido a su situación geográfica. Un 10% de las monedas aparecidas pertenecen a cecas romanas, íberas y celtibéricas y se han encontrado piezas de vajillas campanienses, íberas, celtíberas y vettonas; de hecho, el Llano de la Horca es el yacimiento carpetano más representativo en cuanto a cerámicas de barniz negro de la Península Itálica.
La religión en el Llano de la Horca
No hay evidencias aún de la necrópolis del Llano de la Horca, que quizá estaría a una distancia de entre 200 y 800 metros del poblado. El sistema de enterramiento seguramente sería la cremación. El cadáver y sus pertenencias se quemarían en una pira de madera y las cenizas se depositarían directamente en un hoyo excavado en el suelo o se meterían previamente en un recipiente.
En general no se conocen bien las necrópolis carpetanas aunque comparten algunos rasgos. Los cementerios no tienen una delimitación espacial aunque las tumbas sí pueden señalizarse con lápidas. Dedicar un espacio a los muertos supone también una forma de pertenencia del territorio.
No se han encontrado tumbas con armas en los ajuares, que suelen pertenecer a los guerreros, por lo que se puede deducir que la actividad bélica de la zona era escasa. Esto no quiere decir que no existiera una diferenciación social dentro de una sociedad tan igualitaria, ya que eran los cabeza de familia los que tenían más estatus.
Céltica Hispana
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