En Venturada del Campo, salida 50 de le carretera N-l, se toma la N-320 que, hacia el este, se dirige e Torrelaguna. Desde Torrelaguna la M-102 conduce a Patones de Abajo. Una vez pasado Patones, a 3,5 Km. sale a mano izquierda la carretera M-134 que se dirige a El Alazar. Tras bordear el yacimiento arqueológico, un camino forestal que sale a ta derecha conduce a la zona habilitada para la visita pública.
La Dehesa de la Oliva se asienta sobre un cerro enmarcado al norte por relieves pertenecientes al Sistema Central, al sur por el rio Jarama, al este por el rio Lozoya. y al oeste por el arroyo Valdenteles. La vegetación es mediterránea de tendencia continental, dominada por un sotobosque arbustivo de garrigas y retamas.
Los testimonios arqueológicos en la Dehesa de la Oliva dan cuenta de una ocupación dilatada a lo largo de la Historia. Ha sido habitado o visitado de modo recurrente por grupos humanos pertenecientes a culturas y sociedades muy dispares: en la Cueva del Reguerillo se encuentran, por un lado, las manifestaciones artísticas más antiguas dejadas en el territorio madrileño, obra de cazadores del Paleolítico Superior; por otro materiales dejados por agricultores neolíticos o los primeros forjadores, calcoliticos y de la Edad del Bronce.
En la superficie del Cerro los pobladores prerromanos, no se sabe con certeza si cárpetenos, vacceos o celtiberos, vieron transformados su modo de vida y costumbres con la conquista romana, y convertido el castro en una ciudad planificada dotada de calles, infraestructuras hidráulicas y edificios públicos. Tras su abandono como lugar residencial la cumbre del yacimiento fue reutilizada como necrópolis entre los siglos V y VI d.C. Abandonada en época islámica, la Dehesa vuelve a ocuparse tras la conquista cristiana. De esta época el vestigio más importante es la iglesia románico-mudejar de la Virgen de la Oliva, del siglo XIII, probablemente relacionada con un despoblado situado en les inmediaciones.
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