La zona arqueológica está constituida por dos áreas: una en la zona alta dedicada al culto rodeada por la zona de asentamiento. De este modo, la zona se compone de un hábitat de época ibero-púnica, junto con otros restos de infraestructura y materiales interpretados, por su descubridor, como simbólicos o sagrados y pertenecientes a un posible templo-necrópolis.
Los principales restos descubiertos lo forman algunas estructuras de plantas de habitación, cuevas, pozos, muros, enterramientos y varios grabados en rocas, algunos con grafías adscritas, según algunos investigadores, a época ibero-púnica.
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