lunes, 23 de julio de 2018

Orosis

La ciudad de Orosis, a diferencia de otras, está atestiguada exclusivamente a través de sus acuñaciones monetales en lengua vernácula, de las que se conocen tres emisiones de bronces, datadas hacia finales del siglo II o comienzos del I a. E., con los tipos de la cabeza viril acompañada por uno, dos o tres delfines y el jinete lancero, y la leyenda orosi u orosiz.  Su iconografía induce a situarla en el valle medio del Ebro, y más concretamente en el territorio fronterizo situado al sur del río, entre la Celtiberia y la comarca de Ilerda, mientras que la leyenda monetal es ambigua desde un punto de vista lingüístico: el radical parece contar ante todo con paralelos ibéricos, pero la flexión parece celtibérica, en concreto un
ablativo singular, y cuenta incluso con el paralelo monetal de la ceca celtibérica
de bilbiliz / bilbili. En cuanto a los hallazgos numismáticos, poco numerosos y no siempre precisos, cubren un amplio territorio que va desde El Burgo de Osma y Pamplona hasta Solsona, Tarragona, Sant Miquel de Sorba y Valencia pasando por Morella con las concentraciones más significativas en la provincia de Teruel: siete ejemplares en el Cabezo de Alcalá de Azaila, cuatro en La Caridad de Caminreal, uno en El Palao de Alcañiz y
otro más en La Iglesuela del Cid.
De las localizaciones propuestas, si prescindimos de las más antiguas que se basaban en una lectura deficiente de la leyenda, todas ellas son tentativas y cuentan con un  fundamento escaso. Una de ellas sugiere situar la ciudad en La Caridad de Caminreal a raíz del hallazgo de cuatro monedas de Orosis. Ahora bien estas piezas, que forman parte de los materiales exhumados en la “Casa de Likinete” aparecieron junto con 6 ases de belikio, 3 de bilbiliz, 2 de arekorata, 1 de sekaiza, 1 de damaniu y 1 de bolskan–,  y son las únicas acuñadas en esa ceca entre las cincuenta y cinco monedas halladas en el yacimiento hasta la fecha, una proporción que en principio no parece muy concluyente y que, sin otro fundamento, hace de esta reducción una propuesta muy hipotética, un tanto alejada además de la ubicación sugerida por los tipos, que para algunos apuntaría más bien al territorio lingüísticamente fronterizo situado al sur del Ebro, entre la Celtiberia y la
comarca de Ilerda, con la que concuerda la naturaleza lingüísticamente ambigua de las leyendas antes apuntada. 
Muy hipotéticas son también las consideraciones en las que descansa su ubicación en la zona del Moncayo.
Se ha especulado también con la posibilidad de atribuir a esta ciudad las imitaciones de dracmas emporitanas con la leyenda o??ose, que, no obstante, suelen situarse más bien hacia la costa, en pleno territorio ibérico, debido tanto al modelo que imitan como a la dispersión de los hallazgos y a la localización de las pocas cecas identificadas –iltirta (Lérida), barkeno (Barcelona), kose (¿Tarragona?)–. E, igualmente, se ha relacionado con Orosis la palabra eniorosei, repetida dos veces en la gran inscripción rupestre celtibérica
de Peñalba (Villastar, Teruel), que Villar interpretó como una preposición proclítica seguida del topónimo Orosis en dativo-locativo, una propuesta que, sin embargo, no está exenta de dificultades y que, por ello, resulta preferible, por el momento, dejar al margen de la discusión sobre la localización de Orosis.
Así las cosas, sólo puede señalarse como posible la ubicación de Orosis en las comarcas centrales de Teruel, próxima posiblemente a la frontera lingüística entre iberos y celtíberos.
En fechas recientes, sin embargo, se ha formulado una interesante hipótesis que podría arrojar nueva luz sobre la discusión. Se trata de la identificación del castillo que se levanta en el Cerro de la Muela de Huesa del Común con el hisn al que diversas fuentes árabes de los siglos X a XIII –Al-Razi, Ibn Hayyan, Yaqut– dan el nombre de Orosa y Warsa, y sitúan en el extenso distrito de Zaragoza. En principio, esta reducción, aunque no pueda darse
por definitiva, parece más satisfactoria que otras defendidas previamente como Urrea de Jalón (Zaragoza) u Orés (Huesca), pues coincide con la vaga descripción topográfica de Al-Razi –“un castillo (...) muy sólido, situado en una montaña”–, con la pertenencia del territorio de Huesa del Común a la taifa de Saraqosta y sobre todo resulta impecable desde el punto de vista lingüístico: Orosa > Warsa > Osa > Huesa, circunstancia que no se da en el caso de Urrea y Orés. Esta interesante propuesta concuerda perfectamente con la presunta situación de Orosis cerca de la frontera lingüística entre iberos y celtíberos,
pues Huesa del Común se sitúa en el curso alto del Aguasvivas, casi equidistante por una parte de Oliete y Alloza, localidades en las que como se ha dicho hay constancia de epígrafes ibéricos, y por otra del yacimiento más septentrional de El Piquete de la Atalaya de Azuara, en donde tiende a situarse la ciudad claramente celtibérica de belikio. Sin embargo, aunque al pie del castillo de Huesa del Común se hayan recogido algunos restos cerámicos, no se conoce por el momento ningún yacimiento de categoría urbana en las cercanías de la población, por lo que la interesante noticia de los cronistas árabes deberá aguardar la aparición de nuevos elementos de juicio que permitan confirmar o descartar esta posibilidad.

(Francisco Beltrán Lloris)

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