La cultura de los celtíberos hizo suya la herencia de los iberos, de quienes adoptaron el sistema de escritura. Tras la caída de Numancia en el 133 a. C., su territorio pasó a formar parte de la provincia romana Hispania Citerior.
Los romanos los consideraban una mezcla de celtas e íberos, diferenciándolos de sus vecinos, los celtas de la meseta y los íberos de la costa.
La devotio era una clase especial de clientela. Al elemento contractual de la clientela se añadía un vínculo religioso, por el cual los clientes de un jefe tenían obligación de seguirle a la batalla y de no sobrevivirle en caso de que éste muriera en combate. Con la clientela y la devotio los lazos de consanguinidad no juegan ya ningún papel. Durante las guerras civiles de la República tardía, distintos políticos romanos como Sertorio, Pompeyo, Julio César, etc. labraron importantes clientelas indígenas.
La lengua de los celtíberos existe hoy solo en inscripciones antiguas. El idioma fue llevado a la península por inmigrantes celtas de Galia y se habló en la partes centrales y norteñas. El celtíbero perteneció a una rama paralela de la familia celta. El celtibérico se escribió en un alfabeto que también se usó para escribir los otros idiomas prerromanos de la península, sobre todo el ibero, lengua que no conocemos bien.
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