En este pueblo extremeño destaca un castro Celta del siglo IV antes de Cristo, o principios del V, en la finca de la Coraja, a cinco kilómetros del pueblo, de origen prerromano, siendo los vetones los que lo habitaron.
El castro Celta esta amurallado y en su interior se han encontrado restos de viviendas, de las que se está haciendo una reproducción en la dehesa Boyal. Fuera de esta muralla se encuentra el vertedero donde se hallaron restos de cerámicas y metales. A unos 500 metros está la necrópolis donde se han localizado más de 70 enterramientos diferenciados cada uno con su urna correspondiente, algunas cubiertas por platos y por restos y objetos personales.
(El Periódico)
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