La primera ocupación del asentamiento se produce entre los siglos VII y V a.C. Una pequeña aldea de 2,5 hectáreas ocupa el llano del Pesadero, protegida por los elementos naturales y por una muralla de piedra y adobe. En su interior se encuentran callejas de trazado irregular con cabañas construidas con adobe y tapial. Tienen planta circular y techos cónicos de paja. Dentro aparece un banco corrido adosado a la pared y un hogar en el centro. Otras construcciones eran pequeños altares, dispuestos junto a las casas, para ofrendas y cultos. La economía de sus pobladores se basaba en la agricultura del cereal y en una ganadería con vacas, ovejas, caballos y cerdos. La dieta se completaba con la caza y la pesca.
Desde el Siglo IV A.C, el poblado crece llegando a ocupar el Cerro de La Corona. Se construyeron viviendas de planta rectangular y se distribuyeron en calles perpendiculares y patios. Surgen barrios especializados para actividades de artesanía y metalurgia, además de zonas dedicadas a vertederos y sus habitantes comienzan a emplear el torno para la fabricación de vasos cerámicos. El poblado se abandona entre mediados del siglo II y I a.C., probablemente por la presión ejercida por Roma durante la conquista y romanización del territorio.
En el siglo I se produce una nueva ocupación en la llanura de El Pesadero, es una instalación alfarera formada por seis edificios en torno a un patio central empedrado. En el taller se producían y almacenaban materiales constructivos: ladrillos, tejas.
En el año 148 d.C. se abandonó definitivamente este enclave, sedimentándose progresivamente el yacimiento hasta nuestros días.
Turismo Castilla y León
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