En la cima de un cerro ganado por el olor a albahaca, se encuentra una ciudad que tiene más de 2.000 años. Unas tres hectáreas de emoción arqueológica -gran parte abierta al público- en el que es el único yacimiento ibérico urbano de los siglos V y IV a.C en Valencia.
Los paneles explicativos ayudan al turista a introducirse aún más en la urbe: murallas de piedra y barro de más de 1 metro de grosor y 2 de alto con torres adosadas; viviendas de roca y arcilla, llenas de cuartos que se comunican los unos con los otros (vestíbulo, cocina, almacenes, despensa, hogar…), y una calle con sus respectivas vías de comunicación.
Mientras repasa la información adquirida, casi podrá ver cómo se le cruzan los íberos; algunos atareados con pinturas murales, otros paseando a sus perros o comerciando con griegos y fenicios para intercambiar sus cacharros de cerámica bicolor por algún ánfora negra con dibujos clásicos. También el turista querrá llevarse alguna como souvenir de este yacimiento, bien de interés cultural.
Guía Repsol
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