La entrada está al oeste, el único lado que no cubren los ríos y está protegida por dos torres redondas de diferente altura. El camino de acceso es serpenteante.
Según se entra, lo primero que salta a la vista es un monolito de 2,5 m, de altura por 1.5 de ancho y otro tanto de fondo. De él parten los restos de una robusta pared.
En el fondo oriental del castro se conserva una enorme construcción de unos 15 m. de diámetro, que aprovecha el remate del muro del recinto.
En la parte del otero que da a los ríos no hay muro, pero lo suple un notable terraplén.
Encuéntrase mucha cerámica suelta, en parte decorada.
Hace algunos años apareció una hachuela de piedra pulida confeccionada con diorita, un mineral que no se encuentra en la zona ni en sus proximidades.
(Patrimonio Galego)
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